UN JUEZ RURAL 83 laguren alcanzo asiento en el pescante, mientras su amigo tuvo que contentarse con ir de pie en el angosto estribo posterior. De un extremo a otro del carruaje, que prosiguio su marcha zangolofeandose al rodar sobre el camino hoyado y pedregoso, por entre la doble fila de obreros y campesinos endomingados que desde las banquefas laterales del breack los contemplaban risuenos, los dos amigos, cogidos por una repentina alegria, tentan, ante cualquier cosa, comentarios festivos, usando de una ironica familiaridad para con los viajeros suspicaces. Poco a poco fue desocupandose el breack, y, ya sentados juntos en las banquetas interiores, mientras comentaban a las perdidas los ultimos incidenfes, en los largos silencios intermedios, senttan el rodar de las ruedas por el camino solitario, los leves crujidos del viejo carromato, y entre el perfume de los campos, el olor agrio y humilde de los caballos flacos y sudorosos que trotaban macilentos. Una naciente solidaridad comenzo a nacer y estrecharse entre el carruaje, los hombres y las

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