UN JUEZ RURAL 37 movimiento. Resulta un milagro llevar las causas sin retraso. Bajo el sol ardiente del medio dia pasado, de regreso a su casa, el nuevo juez, la cabeza inclinada, el pensamiento distante, siguio sinfiendo por largo rato el mareo que le dejara ese quejoso desfilar de genles extranas. Su mujer, molesta por la tardanza, le acogio ironica. —<iHa llegado el senor juez...? —Vamos a almorzar—dijo Solaguren, como escabullendose. —Es mas de la una, y todos, aqui, esperando a su senoria... Anda a tu escritorio, que tienes visita. —iQuien? —Anda y ve. Era Mozarena, el pintor, vecino y gran amigo de Solaguren. —Vaya, vaya con el flamante magistrado! iDejame mirarte! Venia en busca de confirmacion a lo que dicen las malas lenguas. ?Esas tenemos? ?Tu, el nuevo dispensador de la justicia?

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