UN JUEZ RURAL 177 dadas, y lo mece ritmicamente, y sus pasos pertetran como en una danza, una danza mas y mas definida; y en la pieza solitaria el padre con su hijo enfermo, baila! El pequeno Juan cede mecido por ese balanceo acompasado, se tranquiliza y aduerme, y Solaguren, que lo observa, sonrie; sonrie satisfeclio; y la danza se hace mas suave, mas li~. viana, mas agil, graciosa y pura... jCuantos anos hace que el no baila! y vienenle deseos de volver a danzar en las alegres fiestas. Se desconoce; y sobre el confuso cruzarse de sus emociones y pensamientos, hay una* fugaz vision que le enorgullece; sin desearlo, se ha observado en el espejo del ropero, y ha visto que danza con esbeltez. Vuelve a pasar ante el cristal; avanza sonriente y complacido; liega en uno de sus giros hasta rozar el espejo, y allt se detiene. Y contempla su imagem los ojos enrojecidos, los labios secos, la frente humeda, la barba crecida, que le empalidece y da a su rostro un enfermizo tono amarillento. Siente la boca ligosa, y saca la lengua y observe que la tiene blanquecina y cubierta de 12

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