UN JUEZ RURAL 171 —Bien, llevese su caballo.—En manos de este, al menos, penso, morira mas luego, y ast va a descansar... —iNo le decta yo?—observo el secretario, aun resentido.—Mi compadre no mienfe. Siguio el desfile de los querellantes. Pero breves momentos despues el gordo volvta a entreabrir la puerfa y a asomar la cabeza. —dQue hay?—pregunto el juez. El gordo asomo su gruesa humanidad. —Vengo a devolverte este cordel, Galtndez; la comadre no esta. Y gracias, senor—dijo dirigiendose al juez—pero el caballo no era el mto. iQuien sabe donde diablos se ha ido a meter! Estoy viendo que me lo han robado. Solaguren miro a su secretario; complactale verle confundido. —Eso mismo le probara que es un hombre honrado!—dijo Galtndez con las mejillas arreboladas. —Guardian! —Mande, senor.

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