172 PEDRO PRADO —Enfregue al hombrecito que entro con usfed, el caballo aparecido. Y Solaguren, satisfecho interiormente de haber dado de tan facil manera con el verdadero dueiio, prosiguio en sus tareas. Tarde vino a desocuparse. iQue iba a decir Isabel! Ella tenia razon. Siempre llegaba a almorzar con atraso de una hora y mas. —Mire, secretario; seguiremos, mejor, en el proximo dia de audiencia. Ya es la una de la tarde. Al salir, Solaguren hizo una venia al aburrido guardian de turno, todavia en espera de que el juez se retirase para el hacer lo mismo. —?Se llevaron el caballo? —No era el dueno—murmuro el guardian. —dQuien?—pregunto deteniendose el juez. —El senor que mando conmigo. No hizo mas que mirarlo y se fue. No era el duefio, asi me dijo. —Pero ?como puede ser? Las senas eran exactas. —Ast serian...

RkJQdWJsaXNoZXIy Nzg5NTA=