UN JUEZ RURAL 151 Buen dar con saco de huesos mas pesado! Salio al fin el inleliz caballejo. Los belfos llenos de barro; un ojo cegado por los terrones. Despues de quitarle el cordel quedo tal como lo dejaran: tendido y quieto como un muerto; el largo y desgarbado cuello en arco doloroso contra la tierra dura. —No lo ve, patron. Trabajo inutil! Ya tiene ganas de dormir... —iVive lejos el dueno? iComo avisarle! —Avisarle! qA quien? No hay nadie en la casa. Los chiquillos los dejo botados. El hombre enviudo; anda en fiesta desde hace dos meses; mas de dos meses... ya va para los tres. Dicen que ahora el jubileo circulante lo tiene donde unas amistades que se gasta en Renca. Algunos escasos transeuntes se detenian a contemplar el caballo caido. —dQue hacer?—dijo Solaguren. .—Nada, pues, patron. Venancio tenia su carretela, sus dos caballitos, no le faltaban sus buenos muebles. Aficionado a las mujeres y a la

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