152 PEDRO PRADO zandunga, en su casa se juntaban algunos gallos con sus gallinas, y la fiesta ardia. Los chiquillos de Venancio quedaban cansados de tanto ir por vino y por comistrajos al almacen. Enteraban la semana dele que dele... hasta que todo era un enredo y nadie sabia cual era su mujer. —Que historia... —Historia, patron; historia y no cuento. El hombre al enviudar se lanzo mas en grande, y la remolienda la sigue desde entonces. Vendio la carretela; el caballo mejor lo compre yo. Soy cochero. Venancio fue vaciando la casa; y un dia, sin decir jadios! dejo abandonados a los chiquillos y a este pobre bruto— y el gordo reia: —iVaya con Venancio! —dY que hacen esos ninos? dcuantos son? dhombres? —Son dos chiquillos, tuvo varios otros; pero se le fueron muriendo. Estos ya son grandecitos. Por ahi se lo pasan... Ja! ja! Para que decir: flacos como perros! Un cabaHero paso hace poco y les dio diez centavos de limosna; y en vez de comprar pan,

RkJQdWJsaXNoZXIy Nzg5NTA=