UN JUEZ RURAL 97 rollos a guisa de almohadas, se tendieron Solaguren y el pintor. No proferian palabra, avaros de esa paz. Buscando no entorpecer el goce de un total abandono, los ojos en alto, divisando por entre las ramas, en el zenit, el intenso anil del cielo, con curiosidad desconocida contemplaban las hojas temblorosas. Un pajarillo oculto al ser como toe-ado por sus miradas, emprendio un vuelo veloz. Algo los empujaba hacia un nivel cada vez mas vecino al de la existencia de los seres y las cosas primitivas, y como lenos que al caer flotan y derivan en una corriente apacible, y al ser arrastrados, de vez en cuando se sumergen del todo en ella, ambos amigos, por instantes perdian toda clara conciencia, y un sueno ligero les hacia entrecerrar los ojos. Solaguren sintio ligero cosquilleo en un brazo. Un hormigon, metiendose por la manga de la camisa, le hizo sentarse de un salto y quedo despabilado. Atento observo en contorno. Con una varilla diose a remover las hojas catdas, y, al observar que un cucaracho y otros animalillos hutan buscando ocultarse, 7

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