98 PEDRO PRADO molesto se puso de pie, sacudiendose los panfalones. —Mozarena! Mozarena! cuidado con los bichos! El pintor entreabrio apenas un ojo, sonrio displicente, y siguio durmiendo. Solaguren quedose alii tadavta un rato, luego, atravesando el muro del tranque, salto por sobre una pirca, que pretendian defender zarzas secas y quebradizas. Anduvo por el predio vecino, terreno aspero donde vetanse rastrojos de' carta de maiz, cosechado el ano anterior, y se fue acercando a los grandes alamos y hermosos sauces que orillan el rio. Sudoroso, molesto, despues de varios rodeos inutiles, dio con un porfillo, en el cercado, que cubrtan zarzas vivas, y pudo llegar hasta la ribera pedregosa. A la sombra, sentado en unas ratces salientes, estuvo largo tiempo. Las aguas del rio corrian veloces levantando un ruido bronco y adormecedor con el rodar ahogado de las piedras pequenas. Por sobre el barranco de la otra ribera diviso grandes cumulos que encimaban la

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