72 PEDRO PRADO —Ese hombre, siempre con los mismos vendajes sucios de mugre y de sangre seca, me produce nauseas —interrumpio Solaguren.— jVea como se asoma con su cara de dolor angustioso! Ya va una semana larga que lo veo en igual traza; es posible que de ignorante y sucio se le esfen pudriendo las heridas. —No crea, Usia. Lo hace solo... —Digale que entre. El hombre de la cabeza rota no se hizo 11amar dos veces. —iUsted es el maestro Juan Norambuena? —St, senor juez. —qLlegaron por fin sus demandadas? —Afuera esfan hace rato. —Hagalas pasar. —dQuiere, secretario, leer la demanda? Entraron en silencio las tres mujeres. — «Juan Norambuena, de oficio carpintero, domiciliado en calle Vargas, sin numero, viene en demandar a Jesus Alderete y a sus hijas Rosa y Emilia que viven en Andes, tambien sin numero, entre Villasana y la calle que sigue al Poniente, acera norte. Dice Norambuena que,

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