UN JUEZ RURAL 43 lejanos e indefinibles de la alta noche Ie volvtan a dejar en dolorosa espectacion. Jadeando, inquieto, cogido en la tortura del insomnio, de un salto sentabase en el lecho, raspaba, tremulo, un fosforo, y a esa luz naciente, debil y temblorosa, veia surgir los muebles y los objetos de su cuarto, erguidos con una inmovilidad irreal, todos mermados de va~ ler como restos de un naufragio. Y sin embargo, a esa hora, consfituian el unico apoyo real entre las sombras circundantes. Asiendose de ellos, sentia en torno el palpitar de la noche oceanica. Desbocado el corazon, llenos los oidos del soplo de su sangre azorada, fugaces desvanecimienfos traianle imposibles visiones y lampos de eclipse. Una desgarradora inquietud terminaba por expulsarlo fuera del lecho; y a pie desnudo paseabase por el dormitorio; bebia un sorbo de agua; humedeciase las sienes; respiraba con fuerza...Al sentir en los pies el hielo de las tablas, ya mas tranquilo, volvia a meterse entre las sabanas; pero aun temeroso de verse cogido por una nueva crisis, permanecta senta-

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