147 apelmazado vivir cotidiano; de la existencia obligada a crecer y mantenerse, tal que una planta de maceta, dentro de los limifes impermeables, de las preocupaciones constanfes, de la rutina estrecha, de la ideologia y sensibilidad de siempre, ya faltas de sabor y de enjundia como la tierra agotada que ofrecen las cubas. No; la cabellera de sus propios hijos, no valia mas que la verde cabellera del foso! iQue frescura; que humedad contenida al acariciarla; que sensacion de palpar, tras el velo incomparable de la piel vegetal, esa sangre transparente: la savia...la savia tan proxima aun del agua; agua alzandose en vida, identica a la mansedumbre del arroyo que allt, en el fondo del foso, era solo un cabrilleo de luz y un halito puro! —Pinta, Mozarena, pinfa! —dectase Solaguren, y quedaba complacido del bien que le trata la proximidad silenciosa de ese hombre banado de sol. iQue bien se estaba alii! Toda la mansedumbre dominical caia como una bendicion en la callejuela; en los arboles de los huertos: noga-

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