122 PEDRO PRADO por los mojicones; muchos de amarillo por la juerga y el calabozo; casi todos con la ropa dominguera recientemente despedazada, o con indumentarias lustrosas, impermeables de vejez y de grasa, trajes llenos de pintorescos remiendos y agujeros por los que se veian las carnes bronceadas. A1 sacarse los sombreros, unos sombreros risuenos, porque las tapas de ellos generalmente estaban levantadas como los de las ollas que hierven, todos dejaban ver espesas y abundantes cabelleras que continuaban reproduciendo las formas de los receptaculos que las habtan contenido. Haciendo agruparse a un extremo a los vagos y al otro los ebrios, Solaguren contemplo sus rostros, en los que no faltaba alguno que tuviese la mascara de una despectiva severidad, muchos con mirar vago y embrutecido, y hasta hubo quien parecta reflejar la dignidad que esculpe la tragedia en la frente de los hornbres. La manana turbia con nubes bajas y vienfo arremolinado, transportaba la imaginacion a los

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