86 PEDRO PRADO Solaguren contemplaba a la anciana. Jamas habta visto una flacura igual y una vejez mas ultima. Acercandose a ella saco precipitadamente del bolsillo un billete.—Espere—dijo a la otra que seguta su camino.—Tome usted tambien. El pintor observaba la escena y confeso. —Vengo con casi nada. —Que imporfa! yo les di! ?Pero has visto algo igual? Tu que eres pintor ?por que no pintas a estas buscadoras de lena, a estas mujeres viejas que se ven obligadas a rastrojear por los caminos las ramas secas que el viento hace caer de los arboles? Sus solas fisonormas son compendios de vidas innumerables. Que miseria! La vieja me miraba con un susto...- Ese billete insignificante fue para ella tanto dinero que no supo en su asombro que decir. ?Entiendes? jVivir y vivir! Y que es esto de la miseria? Desde que soy juez, comprendo menos que nunca todas las cosas... ?Por que la vista de la miseria me subleva como un insulto que se me hace? es como si me gritaran:

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