UN JUEZ RURAL 49 crujir y esfremecerse el cafre y el piso del dormitorio. —dQue hay? iEsteban...! iEsteban ...! Desde el cuarto vecino, Isabel indagaba. Solaguren quedo largo rato quielo como un muerto. Doliale haber intranquilizado a su mujer; pero la nueva postura pronto se le hizo insoportable, y estirandose, estirandose con una tension cruel de todos sus miembros, bajo las sabanas tomo actitudes estrafalarias en busca de algunaquele trajese consigo la ansiada inconciencia.

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