EL COCHERO GORDO Sentado al borde del foso, crespo y humedo de hierbas insinuantes a la caricia, sumido en la sombra y ahondandose en pereza contemplativa, Solaguren sentta confusamente como el tiempo se detenta en la callejuela solitaria; agua antes presurosa, ahora adormecida en ese apartado remanso. |Que bien se estaba allt! Quisiera que Mozarena, sentado en mitad de la ealle, al 10

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