140 PEDRO PRADO de cumplir digo—y su voz adquirio firmeza— con lo ordenado por la ley! Usia, con la clarividencia que Dios le ha dado, en un santiamen desentraha en cada caso la verdadera doctrina, y la sentencia cae fulminante; pero mi pluma se amohosa, la tinta se engruesa sin beneficio de nedie, y los derechos de secretaria, con tan menguada labor, resultan irrisorios. No me alcanzan Usia ni para el lavado, y yo antes me dejase morir de hambre que acudir a una audiencia sin la dignidad que la justicia requiere. A Solaguren se le habta ido ahondando su acostumbrada sonrisa, hasta que acabo por senalarle en la frenfe un pliegue profundo. —Permi'tame, Galtndez—dijo—deseo ver los expedientes acumulados desde que inicie mis tareas. Rapido y airoso saco el secretario unos legajos de un armario con vidrios rotos y polvorientos. Solaguren dejo su sombrero y volvio a sentarse. —Juan Uriarte...—leyo.—iQue caso fue

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