UN JUEZ RURAL 91 —dCuanto debemos?—pregunto Solaguren. —iCuanto? Nada .. —contesto con displicencia el anciano. —iComo?—salto extrafiado Solaguren— nos hemos comido casi un canastillo entero! —iQue fanto sera...! —-Pero, senor... —Para ofra vez... *e —Vaya! imuchas gracias!—y, confundidos por tan inesperada generosidad, los dos amigos se despidieron amablemente. El campesino anciano Ies hizo apenas un leve movimiento de cabeza, mientras, absorto, proseguta la pesquisa en sus hondos bolsillos. —Creo prudente—hizo ver el pintor, al salir al camino—que por aqui cerca mandemos preparar un almuerzo. Podriamos encargarlo en casa del viejo ique rico tipo! —iQue indiferencia tan fundamental! iSera el dueno? —iComo si lo fuera! iParece estar de vuelta de todas las cosas! Un hombre asi se ve siempre como el dueno de cuanto le rodea. Sonrio Solaguren.
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