UN JUEZ RURAL 45 clusiones satisfechas de si, como si fuesen, en verdad, las ultimas y definitivas! La conciencia de Solaguren, que acababa de sacudir la crisis agudizadora del insomnio, adquiria una fluidez y claridad descon,gertantes. Sentia con meridiana evidencia la insulsez de lo que leyera, y todas las leyes del pensamiento ofreciansele de golpe, nitidas, brillando en una intuicion total que las abarcaba por completo. Quiso formularse en intimo soliloquio su deslumbrador hallazgo; pero, al transportarlo a pensamientos y luego a palabras, viose metido en cauces cada vez mas estrechos que comenzaron por mermar hasta el absurdo aquella vivisima claridad. En la audiencia del dia siguiente deberia fallar el caso del arrendatario tramposo. Solaguren sonreia pensando en el metodo escalonado de Socrates. Si el fuese a seguirlo! Si se diera a derivar una razon de otra y otras... Si entretejiese considerandos... Podria decir, pensaba: «Visto que cualquiera sociedad esta constituida a base del cumpli-

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