42 PEDRO PRADO de noche. Lecturas que no lograban absorberlo; pues su atencion, que iba engranando con frabajo en el endentado que le ofrerian los pequenos caracteres impresos, como una rueda vencida, comenzaba por resbalar y resbalar hasta liberarse de todo contacto; entonces su conciencia giraba con rapidez vertiginosa sin permitirle clara perception de cosa alguna. Vuelto en si, oprimido su animo, experimentaba un vago malestar; los ojos doloridos, la cabeza pesada, y una gran nausea de hasiio y desconcierto. Con violencia apagaba la luz; al cerrar los ojos, los parpados se resistian a juntarse, y sumido en el silencio acrecentado por el sueno de todos, con exfraneza, observabase respirando...respirando...y cuando el Irabajo inconcienle de su pecho poniase para el como en relieve creciente, pasaba a convertirse en la mas espantosa de las tareas! iOh, largas horas interminables! Una naciente inconciencia comenzaba a arrullarlo.. El crujido de un mueble, el canto de los gallos, uno cualquiera de esos ruidos broncos,

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