UN JUEZ RURAL 233 primero. Tengo un nino enfermo. Le llevo al~ gunas cosas. Comenzaban a encenderse las luces del alumbrado publico. —Voy contigo, si despues salimos juntos. —Y fu ique has hecho? —Ya hablaremos... dFIas pintado? —dYo? Nada! Estoy aburrido y torpe. —dY el proyecto de decoracion? —-No tengo animos! Pasa el tiempo sin sa~ ber como... Estamos a lines de Febrero, y van que se yo cuantas semanas desde que no pinto cosa alguna. Llego a creer que no pintare mas. —dPor que? —Quien sabe! Asi lo pienso a veces. Llegaban a casa de Mozarena. —dNo subes? Solaguren prefirio aguardarle paseando por la acera. Sus miradas quedaron con un poder disolvente. Caian sobre cualquier cosa como taladrandola. En la acera contemplaba pequenos papeles, leves grietas, briznas de musgo seco adheridas al pie de los muros. A un grueso guijarro desprendido del empedrado,
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