18 PEDRO PRADO —-Ya voy... un momenta mas... Solaguren permanecio inmovil, los brazos colgantes, las piernas estiradas, la cabeza medio apoyandose en su hombro; estaba ast tan agradablemente! Solo el pensar ponerse de pie le mortificaba. Hasta busco olvidar este pensamiento. Y tanto hizo por ello que, sin saber como, se quedo dormido. Unos murcielagos pasaron volando muy cerca de su rostro; el roce del aire lo desperta. 1 Haria frta; al ponerse de pie, sus miembros entumecidos le dolieron. Penefro en la pieza. Su mujer, sus hijos dormian. Arrebujados en los lechos, estaban inmoviles. Sin olvidar la escena del comedor, beso uno a uno los ninos. El pequeno Juan reposaba tranquilo. Estuvo largo rata observandole. iQue sensacion tan extrana la de encontrarse despierto entre esos seres dormidos! Todos ellos parectan ausentes! Paso a su pieza y fue desvistiendose. Y una vez mas en esa noche el silencio de su casa y la quietud de todo lo que le rodeaba lo
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