208 PEDRO PRADO la calle, aun presa de un vago desvanecimiento. Todavia no llegaba la epoca de las vacaciones, y la callejuela, el pueblo entero, estaban solilarios. Detras de las rejas, en los jardines resecos, unicamenfe vetanse lozanos los geranios. Las molduras de hierbas vivas, disparejas y languidas, encerraban pequeiios cuadros de plantas en moribundo desmayo. Para defender las casas de los vendavales del invierno, puertas, venfanas y galenas aun estaban recubierfas de planchas de fierro acanalado. Las recias lluvias, que encontraron obstruidas las canales, habian carcomido las paredes de adobes, y grandes agujeros, como puertas improvisadas, dejaban ver los oscuros interiores. Conciliabulos de plumas, hojas secas y pequenas basuras, habianse dado cita en las casas aportilladas. En una de ellas, el piso y los muebles se vetan manchados por las blancas huellas de las aves marinas. La mesa estaba puesta como para recibir el viento y sus

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