UN JUEZ RURAL 195 Y ahi estaba, ganado por la modorra... En su semi-inconciencia entregabase inerme, vencido, a ese, para el, huir desenfrenado y sin termino que los arrastraba quien sabe a donde! —Leyda...! Estacion deLeyda!—gritoalguien. Solaguren se desperto. —Isabel! Isabel! La viajera volvio en si desgrenada, inquiefa, con ojos enrojecidos, llenos de asombro. —En la proxima estacion nos bajamos; arregla a los ninos. No estaban aun listas las maletas, los paquetes, los chales, los sombreros caidos de los chicos; el pequeno Juan, rendido como un leno, negabase todavia a despertar, cuando el tren se detuvo. Fue un rapido salir del wagon ruidoso, con aire viciado y caliente, al paradero quieto y solitario, metido entre negras colinas. Al alejarse el tren iluminado y bullicioso, quedaron en abandono, solitarios en un extremo del anden, sumidos en la oscuridad y en el silencio campesino, sintiendo en torno agitarse
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