UN JUEZ RURAL 185 Cuando Io llamaron para el almuerzo, acudio inconsciente. A1 fener ante si el primer guiso, comprendio donde se enconfraba. Levantandose de su asiento fue a repantigarse en un sillon distante. —No, no fengo deseos... —iAIgo fresco?—insinuo, preocupada, Isabel. Solaguren hizo un gesfo negativo. En busca de un sitio mas propicio, salio del comedor. En su escritorio miro con displicencia los tibros innumerables que desbordaban ios esfanfes. Alguien se aproximaba; hambriento de soledad fue a la puerta y la cerro con Have. Penso ir a ver primero al pequeno Juan; pero una inquietud mas poderosa le dominaba. Senfado ante su mesa, fomo maquinalmente en su mano un portaplumas, y diose a golpear la carpeta con el mismo ritmo e igual actitud a la que empleaba cuando ota a demandados y demandantes, mientras iba adenfrandose en su medifacion, deseoso de fundamentar una sentencia justa. Golpeaba y golpeaba la carpeta. Luego entinto la pluma y en una hoja de papel fue es-

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