UN JUEZ RURAL 179 ya no puede con sus brazos! Tiene vergiienza de su debilidad; hiere su amor propio e! convencimienfo de que su mujer tiene una resistencia muy superior a la suya; piensa en el pequeno Juan.y va hacia el cuarto del bano. La puerta esta cerra da; golpea...—No entres—contestan.—El nino esta desnudo. Acuestate; ya esfaaman eciendo. Irresoluto, Solaguren permanece alii unos instantes. Como le duelen los brazos! Un gorro de dolor oprime su lrente! Desmayadamente regresa a su dormitorio. Los pajaros cantan. Apaga el gas. Una palida claridad filtrase por las persianas. Se sienta en el borde del lecho, la cabeza caida; luego se recuesta vestido sobre las frazadas.—Voy a desnudarme... —piensa. Cree, en un momento mas, que da un salto! y abre, abre los ojos inquietos; vese aun vestido, quiere estirar sus brazos para desnudarse...y no los mueve...No le infranquiliza tal desobediencia; solo como que se repliega... se encoge...va empequeneciendo...y desaparece. Isabel vuelve; observa desde el umbral; se aproxima en silencio, y tiende una manta sobre los pies del dormido.
RkJQdWJsaXNoZXIy Nzg5NTA=