EL NIINtO ENFERMO Rendido, la cabeza afiebrada, los brazos tronchados, sosteniendo dolorosamente al pe~ queno Juan enfermo, Solaguren pasea arriba y abajo por su dormitorio. La noche interminable se desenvuelve con una lentitud mortal; en la pieza del bano oyese el caer del agua, y golpes dados en una vasija. Solaguren, como una triste fiera enjaulada,va
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