EL CABALLO PERDIDO El secretario, con la venia del juez, fue a hablar con un senor que a cada instante se asomaba, entreabriendo, nervioso, la puerfa de la sala de audiencias. A1 salir el secretario, penetro un guardian. —iSe puede... Usia? —Pase! —Entre—dijo el guardian a alguien que aguardaba afuera.
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