A LOS QUE DESISTIEREN Salieron los postreros litigantes, y Solaguren dispusose a firmer las sentencias dictadas. Ya de pie, inclinado, todavla leyendo las ultimas ltneas, mientras buscaba a tientas su sombrero para retirarse, el secretario, con una actitud y una voz que revelaban indignacion mal contenida, con acento a la vez agrio, timido y lastimero dijo: —El senor Juez me va a perdonar. Usia
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