indagacio-nes, y al final se descubre que Champmathieu hace unos treinta años fue podador en Faverolles. Ahora bien, antes de ir a presidio por robo consumado, ¿qué era Jean Valjean? Podador. ¿Dónde? En Fave-rolles. Otro hecho: el apellido de la madre de Valjean era Mathieu. Nada más natural que al salir de presi-dio tratara de tomar el apellido de su madre para ocultarse y cambiara su nombre por el de Jean Mathieu. Pasó después a Auvernia; la pronuncia-ción de allí cambia Jean por Chan y se le llama Chan Mathieu; y así nuestro hombre se transforma en Champmathieu. Se hacen averiguaciones en Fa-verolles; la familia Valjean ha desaparecido. Esas gentes, cuando no son lodo, son polvo. Se piden informes a Tolón, donde quedan dos presidiarios condenados a cadena perpetua, Cochepaille y Che-nildieu, que conocieron a Jean Valjean. Se les hace venir y se les pone delante del supuesto Champ-mathieu, y no dudan un instante. Para ellos, igual que para Brevet, ése es Jean Valjean. Y ese mismo día envié yo mi denuncia a París, y me respondie-ron que había perdido el juicio, que Jean Valjean estaba en Arras en poder de la justicia. ¡Ya com-prenderéis mi asombro! El juez de instrucción me llamó, me presentó a Champmathieu... —¿Y bien? —interrumpió el señor Magdalena. Javert respondió con el rostro siempre triste e imperturbable: —Señor alcalde, la verdad es la verdad. Aun-que me moleste, aquel hombre es Jean Valjean. Lo he reconocido yo mismo. Magdalena le preguntó en voz baja: —¿Estáis seguro? Javert se echó a reír con la risa dolorosa que expresa una convicción profunda. —¡Totalmente seguro! Permaneció un momento pensativo, y después añadió: —Y ahora que he visto al verdadero Jean Val-jean, no comprendo cómo pude creer otra cosa. Os pido perdón, señor alcalde. Al dirigir Javert esta frase suplicante al hombre que hacía seis semanas lo había humillado ante sus guardias, ese ser altivo hablaba con sencillez y 91

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