señor Magdalena. —Sí. —Haced que venga pronto. El señor Magdalena se estremeció. Thenardier, sin embargo, no enviaba a la niña, y daba para ello mil razones. —Mandaré a alguien a buscarla —decidió Mag-dalena—, y si es preciso iré yo mismo. Y escribió, dictándosela Fantina, esta carta que le hizo firmar: \"Señor Thenardier: Entregaréis a Cosette al portador. Se os pagarán todas las pequeñas deu-das. Tengo el honor de enviaros mis respetos. FANTINA\". Pero entonces surgió una situación inespera-da. En vano tallamos lo mejor posible ese tronco misterioso que es nuestra vida; la veta negra del destino aparecerá siempre. II. Cómo Jean se convierte en Champ Una mañana, el señor Magdalena estaba en su escritorio adelantando algunos asuntos urgentes de la alcaldía, para el caso en que tuviera que hacer el viaje a Montfermeil, cuando le anuncia-ron que el inspector Javert deseaba hablarle. Al oír este nombre no pudo evitar cierta impresión desagradable. Desde lo ocurrido en la oficina de policía, Javert lo había rehuido más que nunca, y no se habían vuelto a ver. —Hacedlo entrar —dijo. Javert entró. Magdalena permaneció sentado cerca de la chimenea, hojeando un legajo de papeles. No se movió cuando entró Javert. No podía dejar de pensar en la pobre Fantina. Javert saludó respetuosamente al alcalde, que le volvía la espalda. Caminó dos o tres pasos y se detuvo sin romper el silencio. 87

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