guardas campestres o consejeros de Estado. Veneradnos. Nosotros nos sacrificamos. Llo-radnos rápidamente, y reemplazadnos más rápida-mente. Si esta carta os produce pena, rompedla. Adiós. Durante dos años os hemos hecho dicho-sas. No nos guardéis rencor. Firmado: Blachevelle, Fameuil, Listolier, Tho-lomyès. Post—scriptum. La comida está pagada\". Las cuatro jóvenes se miraron. Favorita fue la primera que rompió el silencio. —¡Qué importa! —exclamó—. Es una buena broma. —¡Muy graciosa! —dijeron Dalia y Zefina. Y rompieron a reír. Fantina rió también como las demás. Pero una hora después, cuando estuvo ya sola en su cuarto, lloró. Era, ya lo hemos dicho, su primer amor. Se había entregado a Tholomyès como a un marido, y la pobre joven tenía una hija. 54

RkJQdWJsaXNoZXIy Nzg5NTA=