Javert permaneció algunos minutos inmóvil, mirando aquel abismo de tinieblas. El único ruido era el del agua. De repente se quitó el sombrero y lo puso sobre la barandilla. Poco después apareció de pie sobre el parapeto una figura alta y negra, que a lo lejos cualquier transeúnte podría tomar por un fantasma; se inclinó hacia el Sena, volvió a ende-rezarse, y cayó luego a plomo en las tinieblas. Hubo una agitación en el río, y sólo la sombra fue testigo de las convulsiones de aquella forma oscura que desapareció bajo las aguas. 467
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