ensangrentada de Marius. —Este hombre estaba en la barricada —dijo a media voz y como hablando consigo mismo—. Es el que llamaban Marius. Cogió la mano de Marius y le tomó el pulso. —Está herido —dijo Jean Valjean. —Está muerto —dijo Javert. —No todavía... —¿Lo habéis traído aquí desde la barricada? Jean Valjean no respondió. Parecía no tener más que un solo pensamiento. —Vive —dijo— en la calle de las Hijas del Calva-rio, en casa de su abuelo... No me acuerdo cómo se llama. Sacó la cartera de Marius, la abrió en la página escrita y se la mostró a Javert. Este leyó las pocas líneas escritas por Marius, y dijo entre dientes: Gillenormand, calle de las Hijas del Calvario, número 6. Luego gritó: —¡Cochero! Y se guardó la cartera de Marius. Un momento después, el carruaje estaba en la ribera. Marius fue colocado en el asiento del fon-do, y Javert y Jean Valjean ocuparon el asiento delantero. VI. La vuelta del hijo prodigo A cada vaivén del carruaje una gota de sangre caía de los cabellos de Marius. 456
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