hace el hallazgo, entrega el mensaje al destinatario; si es un guardia, entrega el mensaje a la policía. Esta vez el perdigón llegó a su destino, a pesar de que aquel a quien se dirigía estaba inco-municado. Era nada menos que Babet, una de las cuatro cabezas de Patrón—Minette. El perdigón contenía sólo estas palabras: \"Babet. Hay un negocio en calle Plumet. Una antigua verja que da a un jardín\". Era lo que había escrito Brujon la noche an-terior. A pesar de la minuciosa vigilancia, Babet en-contró el medio de transmitir el mensaje desde la Force a la Salpétrière, a su amante que estaba allí encarcelada. Esta pasó el papel a una mujer Ila-mada Magnon, a quien la policía tenía en su mira, pero que todavía no había sido detenida. Esta Magnon era gran amiga de los Thenardier; ella podía, por tanto, servir de puente visitando a Epo-nina en las Madelonnettes. Sucedió que en esos mismos momentos Epo-nina y Azelma quedaban en libertad por falta de pruebas en su contra. Cuando salió Eponina, Magnon, que la espera-ba en la puerta, le entregó el mensaje de Brujon a Babet y le encargó que investigara el negocio. Eponina fue a la calle Plumet, encontró la verja y el jardín, observó la casa, espió, acechó, y unos días después le llevó a Magnon un bizcocho que ésta entregó a la amante de Babet en la Salpétrière. Bizcocho, en el tenebroso lenguaje de la prisión, significa: \"Nada que hacer\". De modo que una semana después, cuando Babet y Brujon se cruzaban en el camino de ron-da de la Force, uno hacia la instrucción y el otro regresando, Brujon preguntó: —¿Y? ¿La calle Plumet? —Bizcocho —respondió Babet. Así abortó este feto de crimen concebido por Brujon en la Force. Sin 323

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