Restauración pensó que su hora había llegado, y se supuso vencedora de Napoleón, negó a la na-ción lo que la hacía nación y al ciudadano lo que lo hacía ciudadano. Este es el fondo de aquellos famosos decretos llamados las Ordenanzas de Julio. La Restauración cayó, y cayó justamente, aun-que no fue hostil al progreso y en su época se hicieron grandes obras y la nación se acostumbró a la discusión tranquila y a la grandeza de la paz. La Revolución de Julio es el triunfo del dere-cho que derroca al hecho. El derecho que triunfa sin ninguna necesidad de violencia. El derecho que es justo y verdadero. Esta lucha entre el derecho y el hecho dura desde los orígenes de las sociedades. Terminar este duelo, amalgamar la idea pura con la realidad humana, hacer penetrar pacíficamente el derecho en el hecho y el hecho en el derecho, es el trabajo de los sabios. Pero ése es el trabajo de los sabios, y otro el de los hábiles. La revolución de 1830 fue rápidamente deteni-da, destrozada por los hábiles, o sea los medio-cres. La revolución de 1830 es una revolución detenida a mitad de camino, a mitad de progreso. ¿Quién detiene la revolución? La burguesía. ¿Por qué? Porque la burguesía es el interés que ha llegado a su satisfacción; ya no quiere más, sólo conservarlo. En 1830 la burguesía necesitaba un hombre que expresara sus ideas. Este hombre fue Luis Felipe de Orleáns. En los momentos en que nuestro relato va a entrar en la espesura de una de las nubes trágicas que cubren el comienzo del reinado de Luis Feli-pe, es necesario conocer un poco a este rey. Ante todo, Luis Felipe era un hombre bueno. Tan digno de aprecio como su padre, Feli-pe—Igualdad, lo fue de censura. Luis Felipe era sobrio, sereno, pacífico, sufrido; buen esposo, buen padre, buen príncipe. Recibió la autori-dad real sin violencia, sin acción directa de su parte, como una consecuencia de un viraje de la revolución, indudablemente muy diferente del objetivo real de ésta, pero en el cual el duque de Orleans no tuvo ninguna iniciativa personal. Sin embargo, el gobierno de 1830 principió en seguida una vida muy dura; 316

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