está de biaje acia su patria, y carece de recursos para continuar su biaje\". No había señas del remitente. La segunda carta, dirigida a la señora condesa de Montverdet, estaba firmada por la señora Bali-zard, madre de seis hijos. Marius pasó a la tercera carta, que era, como las anteriores, una petición, y estaba firmada por Genflot, literato. Marius abrió por fin la cuarta carta, dirigida al señor bienhechor de la iglesia de Saint jacques. Contenía las siguientes líneas: \"Hombre bienhechor: Si os dignáis acompañar a mi hija, conozeréis una calamidad mizerable, y os enseñaré mis certi-ficados. Espero buestra bisita o buestro socorro, si os dignáis darlo, y os ruego recibáis los saludos respetuosos de buestro muy humilde y muy obe-diente serbidor, Fabontou, artista dramático\". Después de haber leído estas cuatro cartas, no se quedó Marius mucho más enterado que antes. En primer lugar, ningún firmante ponía las señas de su casa. Además, parecía que provenían de cuatro in-dividuos diferentes, pero tenían la particularidad de estar escritas por la misma mano, en el mismo papel grueso y amarillento, tenían el mismo olor a tabaco, y aunque en ellas se había tratado eviden-temente de variar el estilo, las faltas de ortografía se repetían con increíble desenfado. Marius las volvió al sobre, las tiró a un rincón, y se acostó. A las siete de la mañana del día siguiente, acababa de levantarse y desayunarse a iba a po-nerse a trabajar, cuando llamaron suavemente a la puerta. Como no poseía nada, nunca quitaba la llave. —Adelante —dijo. 259

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