Ella bajó los ojos; él continuó su camino. Lo que acababa de ver no era la mirada inge-nua y sencilla de un niño; era una sima misteriosa que se había entreabierto, y luego bruscamente cerrado. Hay un día en que toda joven mira así. ¡Pobre del que se encuentra cerca! Esta primera mirada de un alma que no se conoce todavía es como el alba en el cielo. Es una especie de ternura indeci-sa que se revela al azar y que espera. Es una trampa que la inocencia arma sin saberlo, donde atrapa los corazones sin quererlo. Por la tarde, al volver a su buhardilla, Marius fijó la vista en su traje, y notó por primera vez que era una estupidez inaudita irse a pasear al Luxemburgo con su tenida de todos los días, es decir, con un sombrero roto, con botas gruesas como las de un carretero, un pantalón negro que estaba blanquecino en las rodillas, y una levita negra que palidecía por los codos. Al día siguiente, a la hora acostumbrada, Ma-rius sacó del armario su traje nuevo, su sombrero nuevo y sus botas nuevas, y se fue al Luxemburgo. En el camino se encontró con Courfeyrac, y se hizo el que no lo veía. Courfeyrac, al volver a su casa, dijo a sus amigos: —Me acabo de cruzar con el sombrero nuevo y el traje nuevo de Marius, con Marius adentro. Iba sin duda a dar algún examen. ¡Tenía una cara de idiota! Al desembocar en el paseo, Marius divisó al otro extremo al señor Blanco y a la joven, y se fue derecho al banco. A medida que se acercaba, iba acortando el paso. Llegado a cierta distancia del banco, se vol-vió en dirección opuesta a la que llevaba. La joven apenas pudo verlo de lejos y notar lo bien que se veía con su traje nuevo. En tanto, él cami-naba muy derecho para tener buena figura, en el caso de que lo mirara alguien. Llegó al extremo opuesto; después volvió, y se acercó un poco más al banco, y cruzó nueva-mente por delante de la joven. Esta vez estaba muy pálido. Se alejó, y como aun volviéndole la espalda se figuraba que lo miraba, esta idea lo hacía tropezar. Por primera vez en quince meses pensó que tal vez aquel señor que se sentaba allí todos los días con aquella joven habría reparado sin duda en 248

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