—¡Bueno! ¿Y si os ocurre toser o estornudar? —El que se escapa no tose ni estornuda. Luego añadió: —Tío Fauchelevent, es preciso decidirse; o ser descubierto aquí o salir en el carro fúnebre. —La verdad es que no hay otro medio. —Lo único que me inquieta es lo que sucederá en el cementerio. —Pues eso es justamente lo que me tiene a mí sin cuidado —dijo Fauchelevent—. Si tenéis seguri-dad de poder salir de la caja, yo la tengo de sacaros de la fosa. El enterrador es un borracho amigo mío, Mestienne. El enterrador mete a los muertos en la fosa, y yo meto al enterrador en mi bolsillo. Voy a deciros lo que sucederá. Llegamos un poco antes de la noche, tres cuartos de hora antes de que cierren la verja del cementerio. El carro llega hasta la sepultura, y yo lo sigo porque es mi obligación. Llevaré un martillo, un formón y tenazas en el bolsillo. Se detiene el carro; los mozos atan una cuerda al ataúd y os bajan a la sepultura. El cura reza las oraciones, hace la señal de la cruz, echa agua bendita y se va. Me quedo yo solo con Mestienne, que es mi amigo, como os he dicho. Y entonces sucede una de dos cosas: o está borracho, o no lo está. Si no está borracho, le digo: Ven a echar una copa mientras está aún abierto el bar. Me lo llevo, y lo emborracho; no es difícil emborrachar a Mestienne, porque siempre tiene ya principios de borrachera; lo dejo bajo la mesa, tomo su cédula para volver a entrar en el cementerio, y regreso solo. Entonces ya no tenéis que ver más que conmigo. En el otro caso, si ya está borracho, le digo: Anda; yo haré lo trabajo. Se va y os saco del agujero. Jean Valjean le tendió la mano, y Fauchelevent se precipitó hacia ella con tierna efusión. —Está convenido, Fauchelevent. Todo saldrá bien. —\"Con tal de que nada se descomponga —pensó Fauchelevent—. ¡Qué horrible sería!\" 194

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