tambalear. De pronto la muchedumbre lan-zó un grito; el presidiario acababa de caer al mar. La caída era peligrosa. La fragata Algeciras es-taba anclada junto al Orión, y el pobre presidiario había caído entre los dos buques. Era muy de temer que hubiera ido a parar debajo del uno o del otro. Cuatro hombres se lanzaron en una em-barcación. La muchedumbre los animaba, y la an-siedad había vuelto a aparecer en todos los sem-blantes. El hombre no subió a la superficie. Había desaparecido en el mar sin dejar una huella. Se sondeó, y hasta se buscó en el fondo. Todo fue en vano; no se halló ni siquiera el cadáver. A1 día siguiente, el diario de Tolón imprimía estas líneas:\"7 de noviembre de 1823. — Un presidiario que se hallaba trabajando con su cuadrilla a bor-do del Orión, al socorrer ayer a un marinero, cayó al mar y se ahogó. Su cadáver no ha podido ser hallado. Se cree que habrá quedado enganchado en las estacas de la punta del arsenal. Este hom-bre estaba inscrito en el registro con el número 9.430, y se llamaba Jean Valjean\". 131
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