compren-der lo siguiente: Una mañana, al ir Boulatruelle a su trabajo cuando amanecía, se sorprendió al ver en un re-codo del bosque entre la maleza una pala y un azadón. Al oscurecer del mismo día vio, sin ser visto porque estaba oculto tras un árbol, a un hombre que se dirigía a lo más espeso del bos-que. Boulatruelle conocía muy bien a ese hombre. Traducción de Thenardier: Un compañero de pre-sidio. Boulatruelle se negó obstinadamente a decir su nombre. Este individuo llevaba un paquete, una cosa parecida a una caja grande o a un cofre pequeño. Sorpresa de Boulatruelle. Sin embargo, hasta pasados siete a ocho minutos no se le ocurrió seguirlo. Y ya fue demasiado tarde; el hombre se había internado en lo más espeso del bosque, y no pudo dar con él. Entonces tomó el partido de observar la entrada del bosque, y unas tres horas después lo vio salir de entre la maleza; ya no llevaba la caja—cofre, sino una pala y un azadón. Boulatruelle lo dejó pasar, y no se le acercó porque el otro era tres veces más fuerte, y armado además de la pala y el azadón; lo hubie-ra golpeado al reconocerlo y verse reconocido. Tierna efusión de dos antiguos camaradas que se reencuentran. Boulatruelle dedujo que el sujeto abrió un hoyo en la tierra con el azadón, enterró el cofre, y volvió a cerrar el hoyo con la pala. Ahora bien, el cofre era demasiado pequeño para contener un cadáver; contenía, pues, dinero. Y empezó sus pesquisas. Exploró, sondeó y escudriñó todo el bosque, y miró por todas partes donde le pareció que habían removido recientemente la tierra. Pero fue en vano. No encontró nada. Nadie volvió a pensar sobre esto en Montfer-meil. Sólo alguien comentó: —No hay duda que Boulatruelle vio al diablo. III. La cadena de la argolla se rompe de un solo martillazo A fines de octubre del año 1823, los habitantes de Tolón vieron entrar en su puerto, de resultas de un temporal y para reparar algunas averías, al navío Orión. Este buque, averiado como estaba, porque el mar lo había maltratado, hizo un gran efecto al entrar en la rada. Fondeó cerca del arsenal, y se trató de armar-lo y repararlo. Una mañana la multitud que lo contemplaba fue testigo de un accidente. 129

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