de Tolón\". Jean Valjean cambió de número en el presidio. Se llamó el 9.430. Y en M., toda prosperidad desapareció con el señor Magdalena; todo cuanto había previsto en su noche de vacilación y de fiebre se realizó: faltando él, faltó el alma de aquella población. Después de su caída se verificó ese reparto egoísta de la heren-cia de los grandes hombres caídos. Se falsificaron los procedimientos, bajó la calidad de los produc-tos, hubo menos pedidos, bajó el salario, se cerra-ron los enormes talleres de Magdalena; los edificios se deterioraron, se dispersaron los obreros, y pron-to vino la quiebra. Y entonces no quedó nada para los pobres. Todo se desvaneció. II. El diablo en Montfermeil Antes de ir más lejos, bueno será referir con algu-nos pormenores algo singular que hacia esta mis-ma época sucedió en Montfermeil. Hay en ese pueblo una superstición muy anti-gua que consiste en creer que el diablo, desde tiempo inmemorial, ha escogido el bosque para ocultar sus tesoros. Cuentan que no es raro en-contrar, al morir el día y en los sitios más aparta-dos, a un hombre negro, con facha de leñador, calzado con zuecos. Este hombre está siempre ocupado en hacer hoyos en la tierra. Hay tres modos de sacar partido del encuentro. El primero es acercársele y hablarle; entonces resulta que este hombre no es más que un aldeano, que se ve negro porque es la hora del crepúsculo, que no hace tal hoyo en la tierra sino que corta la hierba para sus vacas, y que lo que parece ser cuernos no es más que una horqueta para remover el estiércol que lleva a la espalda. Vuelve uno a su casa y se muere al cabo de una semana. El segun-do método es observarle, esperar a que haya he-cho su hoyo, lo haya vuelto a cubrir y se haya ido; luego ir corriendo al agujero, destaparlo y coger el tesoro. En este caso muere uno al cabo de un mes. En fin, el tercer método es no hablar al hombre negro, ni mirarlo, y echar a correr a todo escape. Entonces muere uno durante el año. Como los tres métodos tienen sus inconve-nientes, el segundo, que ofrece a lo menos algu-nas ventajas, entre otras la de poseer un tesoro aunque no sea más que por un mes, es el que generalmente se adopta. Ahora bien, muy poco tiempo después de que la justicia comunicara que el 127

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