—Todos creéis que soy digno de compasión, ¿no es verdad? ¡Dios mío! Cuando pienso en lo que estuve a punto de hacer, me creo dignó de envidia. Sin embargo, preferiría que nada de esto hubiera sucedido. Una hora después, el veredicto del jurado de-claraba inocente a Champmathieu, quien, puesto en libertad inmediatamente, se fue estupefacto, pensando que todos estaban locos, y sin com-prender nada de lo que había visto. 112

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